Abordar descriptivamente algunos de los guarismos más importantes en torno a la salud mental en nuestro país nos permite constatar, confirmar o llegar a deducir aspectos sustanciales en torno a una temática compleja en nuestro país.
Según la tercera versión del estudio de percepción, Monitor Global de Salud, que se realiza en 34 países que incluye a Chile, el año 2022, señala que la salud mental es el principal problema de salud que enfrentan las personas actualmente en Chile, tres de cada cinco entrevistados (62%) lo señalan. Con este resultado, Chile supera ampliamente el promedio mundial (36%) y ocupa la segunda posición del listado internacional, siendo superado solamente por Suecia (63%). La preocupación por la salud mental pasó de 50% en 2020 a 62% en 2022, lo que revela un crecimiento significativo de esta preocupación en los últimos tres años. El mismo estudio también mostró que cuatro de cada cinco chilenos consideran que la mayoría de sus compatriotas no puede costear una salud de calidad y que el sistema no brinda el mismo nivel de atención a todos.
En el plano laboral, según cifras de la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso) del año 2022, 2 de cada 3 trabajadores (67%) que presentaron una enfermedad profesional reconocida de origen laboral durante este año, corresponden a diagnósticos de salud mental. La cifra representa un aumento respecto a 2021, año en que alcanzó el 52% del total. En Chile los trastornos mentales y del comportamiento se posicionan desde el año 2008 en adelante en el primer puesto de licencias otorgadas.
En cuanto a la prevalencia de los trastornos de salud mental es interesante resaltar los datos obtenidos en la octava versión del “Termómetro de la Salud Mental en Chile Achs-UC” que cubre el periodo 2020-2023. La ansiedad se mantiene como el principal malestar psicológico en el país. De hecho, un 24,8% de las personas encuestadas exhibieron este tipo de dolencia de salud mental. Los síntomas más comunes fueron tener preocupación excesiva (28,5%), problemas para relajarse (24,3%), sentir nervios, angustia o mucha tensión (23,3%) y ser incapaz de no preocuparse (21,7%). La otra de las sintomatologías que ha mostrado una constante en las últimas versiones del mismo estudio es la depresión. En esta nueva entrega, la cifra fue de un 13,1% de los entrevistados.
En esta línea, la encuesta mostró que el 79,2% de quienes señalan haber recibido una atención de salud mental en los últimos doce meses dijeron sentirse “bastante satisfechos, muy, o completamente satisfechos” con la manera en que el profesional trató el problema. Además, el 74% dijo que el tratamiento había hecho que las cosas mejoraran “un poco” o “bastante” (con un 56,7% declarando esto último).
Este último dato es interesante porque nos traslada a un plano distinto de análisis que facilita el esbozo de algunas propuestas en torno al estado de la salud mental en nuestro país. En efecto, podría decir que es necesario un aumento del insuficiente y limitado presupuesto que alcanza apenas un 2% del PIB, a un 5 % que es una meta del Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría al 2025; Así también es necesario el acrecentamiento de la cobertura y la demanda, mejorando la información y la educación sobre la relevancia del tratamiento. Un alza en el tratamiento de las patologías de salud que actualmente cubre el plan AUGE/GES, que es de un escaso 5,9% (5) en el caso de patologías neuropsiquiátricas. Por último, enfrentar el acceso a un Tratamiento adecuado y los largos Tiempos de Espera.
En términos generales es un imperativo ético vincular la salud mental a la protección social de la población, que permita las condiciones objetivas (institucionales) y subjetivas (disposiciones) para una mejor calidad de vida.
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